lunes, 22 de octubre de 2007

La fábula de la hormiga china

Porque queda bien en el título pero de fábula no tiene nada. Ya llevamos tres semanas en la China, seis ciudades y otros tantos pueblos, y seguimos alucinando. Por todos lados tienen obras gigantescas, todas ellas públicas y cívicas, es decir, para dar servicio al ciudadano y a la economía, y por todas partes siguen construyendo más y más. En todas las calles tienen comercios de primera y conceptos de vanguardia. La gente es agradable, disfrutan de lo que hacen y todos por igual parecen disponer de un nivel de vida semejante. No hemos visto a ni un niño trabajar, ni mendigo pedir a excepción de un par de tullidos. Las avenidas son mucho más anchas de lo que es necesario hoy, como previendo lo que les hará falta en el futuro, y están llenas de bicicletas y motos eléctricas reduciendo la contaminación al máximo.

Quizás sabían que veníamos y han escondido todas sus miserias. O quizás es que echaron por la borda a los que sobraban. Eso no podemos saberlo pero sí que os podemos asegurar que no nos extraña que el mismísimo Delai Lama, según su propia autobiografía, se quedara gratamente impresionado con el sistema económico y la filosofía comunista. Y si lo pensáis bien, tiene todo su sentido. El sistema capitalista se basa en que la suma de individuos buscando su máximo beneficio personal, dará el mayor beneficio posible para todos en su conjunto. Pero ni esto es así como demostró el famoso Premio Nobel Nash, ni tiene en cuenta el reparto de la riqueza. Por su lado, el Socialismo Chino, con una buena gestión de los medios de producción, lo que ha hecho es que los beneficios del capital, al no ser de unos pocos sino de todos por ser del estado, se han reinvertido en crear infraestructuras y acumular conocimientos y medios, en vez de en gasto como hubiera pasado si fueran de unos pocos millonarios. Gasto que, además, hubiera sido en bienes de lujo o en ocio la mayoría de las veces de otros países por lo que la riqueza se hubiera trasladado fuera (la típica fuga de capitales, como tales o en otras formas que viene a ser lo mismo) (podéis comparar esta situación con lo que ha pasado en Rusia al cambiarse del día a la noche del socialismo al capitalismo).

Paralelamente, la falta de ese gasto privado la han suplido, aparte de con la propia inversión del estado, con la venta de productos a otros países a un coste imbatible, a base de mantener una economía cerrada en el aspecto monetario, lo que les permite fijar el tipo de cambio que quieran, más cuando lo hacen absolutamente favorable a las monedas extranjeras. El peaje, que su capacidad adquisitiva fuera es mucho menor. Pero eso sería preocupante si necesitaran de otros países, por eso su obsesión de ser autosuficientes y lo son. Y donde no, se apresuran para serlo, como por ejemplo con el Uranio. Su necesidad energética será tal en el futuro que saben que no podrán sobrevivir sin la energía atómica por lo que ya son dueños de la mayoría de las fuentes de dicha “materia prima” en todo el mundo. Otro peaje, que su población no puede acceder a marcas extranjeras pero tampoco parece importarles mucho, la verdad. Además, somos tan “inteligentes” los occidentales que, en aras del potencial que ofrece el mercado chino para el futuro, hoy les ponemos al alcance productos nuestros a unos precios a veces por debajo incluso de su coste (es el dumpling social que provoca que muchas de las empresas presentes en China lleven años dando pérdidas).

Mientras, ellos no paran de copiar dichas marcas y como parece ser incluso política de estado, tienen las de ganar. Danone, por ejemplo, acaba de romper su joint-venture con una empresa china porque sus propios socios les copiaban sus productos a menor precio con una empresa paralela. O, mejor incluso, una marca local de deporte cuyo logotipo es muy parecido al de Nike y su claim al de Adidas: del “impossible is nothing” al “anything is possible”. ¡Y tienen toda la razón!!! ¡Aquí todo es posible!!!! Y, si no, tiempo al tiempo. Yo, mientras, le diré a mi asesor de inversiones que ponga todo mi dinero en la China.

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